jueves, 24 de julio de 2008

Estudio para un retrato. Luis Cano


Imposible Retrato
Soy ella, en pleno monte Ararat, buscando entre los hielos permanentes la mítica Arca de Noé. Soy él, en pleno monte Ararat, buscando entre los hielos permanentes el mítico Arca de Noé. Tengo así dos opciones. Seguir buscando para emitir un discurso con pretensión de cientificidad y confirmar la verdad o falsedad bíblica. O puedo descender ahora mismo y dejar al mito en su lugar, regulando el conocimiento al ponerlo al servicio de la fe y la creencia... Decido descender ahora mismo.
¿Qué queda entonces? Solo el retrato que ¿certifica? mi ascenso y mi fracaso.
El retrato ocupa, semióticamente, el lugar del objeto representado. Es ese objeto lanzado a la historia. Es la única forma de inmortalidad que los humanos hemos encontrado hasta el momento. Creemos en él. Respiramos ante él y nos conmovemos. El retrato deja en presencia algo que esencialmente es pura ausencia. Pero debemos aclarar que esa presencia está dada por la existencia de un intérprete que con su acto lo lanza a la historia. ¿Al retrato o al retratado?
Es el retrato el que nos permite ubicarnos a nosotros mismos en tanto lectores en la historia. Poco importa en ese movimiento lo retratado. El objeto representado está en una fuga que nosotros mismos realizamos.
(Este libro conduce inevitablemente al fracaso)
Fragmento artículo publicado en Estudio para un retrato. Libros del Rojas
ISBN 987-1075-23-5