
“Las” palabras en Cano funcionan como valijas que recogen en su mera enunciación (material y espacio-temporal) los diferentes usos a los que podrían haber sido expuestas si no hubieran sido expuestas a este uso singular de “la” palabra. Estos efectos de escritorio tienen la habilidad de ser en sí mismos una deriva, operan como un río a partir del cual cada escrito nos lleva a un puerto único, en el cual marineros poderosos gozan de los placeres carnales. Decisión individual: dejarse llevar como los marineros y gozar con las incertidumbres de la navegación, o elegir el camino seguro, quedarse en tierra, y ser luego los depositarios casi pasivos de tanta pasión contenida ayer, desbocada hoy. Juego hermenéutico con trampas: navegar con Cano nos puede llevar a una isla paradisíaca o a un naufragio más o menos probable. Una sola cosa es segura: optar por la tranquilidad de la tierra resulta infinitamente más tedioso. Los preconceptos, los prejuicios, los presupuestos, nos retornan siempre al punto de partida. Y lo que es peor: la idea del retorno no es más que una ilusión, porque en realidad, nunca nos habremos movido.
Notas marginales publicadas en Efectos de escritorio. Aurelia Rivera.
ISBN 987-20892-6-4